jueves, 28 de noviembre de 2013

De tripas corazón...

La panza, sus pesares y sus placeres.

(Y nuestro primer post a la limón) 


Hay una línea... y a diferencia de todas la legendarias líneas, no es una línea tenue ni delgada, es una línea ancha y gorda, sobre todo gorda. Es la línea de la gastronomía de tripas, dentros, menudencias, asaduras y de todo lo que más vale no preguntar qué parte del animal es. a partir de esa línea comienza lo que Anthony Bourdain define como "Blood and guts".

Benditos somos los que la hemos cruzado, pues de nosotros es el reino de la gastronomía superior.
En el centro de este reino supra terrenal, reina lo que se conoce en México como "la Panza", en España "Callos", en Francia "Tripes"... porque al final las vacas son las vacas y su anatomía, independientemente del idioma que hablen.

"This is me, interrumpiendo, porque puedo. Para mí la panza es otra cosa, no hay superioridad gastronómica, ni lujos, pero sí toda la decadencia. Los callos son mi mamá y el frio, pan con mantequilla y comidas largas. Cosas que nadie entiende y un chiste local de la familia. Es tener que explicar a todos los demás que en tu casa y por tu necedad alguien que te quiere mucho te hace callos un día de frio. Aunque reconozco el lujo gastronómico."


And now, Ladies and gentlemen!
without further ado...

CALLOS A LA VIZCAÍNA, no confundir con callos a la madrileña o callos a la andaluza, la diferencia es la salsa vizcaína engordada con pimientos del piquillo de la Ribera del Ebro, asados con leña de la Sierra de Urbasa, a ver... te explico:

La salsa vizcaína, es una salsa a base de cebolla, ajo, aceite (mucho de todo), tomates ROJOS y pimientos aún más rojos. Es la salsa que le permitió a Juan de Echaniz cruzar el atlántico en busca de los bacalaos de Terranova, a Juan de Garay fundar Buenos Aires y a Sebastián de Elcano terminar el primer viaje de circunnavegación de la tierra. Aunque en esa época no llevaba tomates.

"Para el resto de los mortales que no sabemos de pescadores del siglo XIV la salsa vizcaína  es el absoluto lujo, es naranja y perfecta. Es lo mejor para un buen pan, por favor compren un buen pan y una gran copa de vino bastante más rojo que la salsa."

Empezamos con una cebolla GRANDE, mucho ajo y mucho aceite de oliva. Se ponen a sofreir ¿o es rehogar? a fuego lento hasta que queden transparentes. Se agrega el concassé de tomate (ver capítulos anteriores) y los pimientos. No hay prisa...



 "Aunque parezca que es trivial, el tema de cocer las tripas es crucial. Para empezar hay que hacerlo cuando no esté la abuela, porque no sólo se vomita, sino que además se lamenta de la pobreza de su familia que come tripas pudiendo comer filete. Por eso mejor hay que ahorrarse ese paso. Después agradeces el lujo de una cocina ventilada, una olla de cocimiento lento y 12 horas de anticipación. Solo hay que poner la panza, una cebolla a la mitad sal y agua hasta el tope y dejarla entre 8 y 10 horas en temperatura baja. Cuando esté lista, todavía no está lista. Para que la panza sea perfecta hay que trabajar en ella. Para empezar el caldo a la basura, es mucha grasa y no es nada buena. Después hay que limpiar la panza, rebanar toda la grasa no deseada y cortarla en cuadros pequeños. De nuevo la grasa que sobra a la basura, no sirve para nada. La panza que queda ya está partida y limpia, ahora solo hay que enjuagarla muy bien abajo de un chorro de agua muy caliente para limpiar toda la grasa que se quedó. Después acabas con tu trabajo de pinche y se lo pasas al chef."

Para entonces el chef debe tener listo lo siguiente: Garbanzos cocidos en una olla de cocimiento lento, medio kilo de chorizo cantimpalo rebanado y por supuesto; la salsa vizcaína a punto.
Se sofríen los chorizos en su propia grasa (cardiacos abstenerse), se les agrega la salsa, -2 litros-, una vez que se juntaron, se les pone la panza lavada cómo se indica más arriba. Se prueba de sal y se le pone 1/2 taza de perejil finamente picado. Se deja hacer chup-chup 10 minutos y se sirve.
Un buen pan es requisito sine-qua-non y el vino debe ser bueno y abundante. Los Merlots, Shiraz y Garnachas son los que mejor van con esto, que no es menor.





"Lo demás son detalles, pero el lujo está siempre en los detalles, buena 
compañía y tiempo suficiente para comerse toda la olla completa. El postre sutil y la sobremesa larga"


martes, 1 de octubre de 2013

Mi yo futuro, boloñesa y marinara

Cuando éramos niños leíamos una fábula (leíamos muchas, las leíamos todas) de una hormiga que guardaba comida para el invierno y la cigarra no porque se la pasaba cantando y después le daba muchas hambre y no tenía comida.

La leí muchas veces, y aprendí muy poco, o al menos eso pensaba hasta el otro día que después de uno de los días más largos en la fábrica de aviones llegué a mi casa de malas, o de pésimas y muerta de hambre; como llevaba toda la semana y la anterior con días así, no había ido al súper, entonces en mi refri quedaba un cebollín viejo, las tapas de un pan de caja y  uno de esos tupper con sobras que tienes que tirar con todo y tupper en un contenedor para residuos radioactivos.

O sea nada.

Hasta que abrí el congelador y me encontré una maravilla que mi yo pasado y productivo le había dejado a mi yo futuro, hambriento y malhumorado. Una salsa boloñesa que me había quedado buenísima y para que no se echara a perder la congelé.

En ese segundo herví una pasta (en mi casa siempre hay pasta, aun en situaciones previamente descritas) y calenté mi súper salsa y cené el mejor plato de espagueti boloñesa del mundo, y fui feliz.

Entonces pienso que de vez en cuando deberíamos de acordarnos de nuestro yo futuro. Si son como yo es posible que su yo futuro esté de malas, crudo, cambie el dinero del súper por zapatos o cualquier cosa así de importante. Si no son como yo, es posible que su yo futuro tenga una visita de emergencia, o una cena  improvisada o cualquier cosa más socialmente aceptada. En cualquier caso nuestro yo futuro nos va a agradecer que ese lunes aburrido hiciéramos algo de provecho.

Ese fue mi plan de ayer. Y como había sido tan exitoso repetí la receta. Pero con bolsas de plástico y un congelador casi cualquier receta funciona en esta situación.

Hay tantas recetas de boloñesa y marinara como blogs, en internet, de hecho en cuanto haces tu primera receta de algo así tan italiano subes tu nivel de blog y te ganas otra estrellita. Ésta es la mía, y es tan válida o tan mala como ustedes quieran.

Como muchas cosas en la vida, poca ciencia y mucho tiempo.
-Jitomates. Muchos, porque esta receta la queremos para más de dos porciones.
-Cebolla. Entre una y dos
-Ajo. Como 3 dientes
-Albahaca.
-Aceite de oliva
-Mantequilla
-Sal y pimienta y azúcar
-Champiñones
-Zanahorias 1 o 2
Para la boloñesa medio kilo de carne molida. De lo que prefieran.

Los jitomates se pelan, siempre. En agua hirviendo, hay que echarlos unos minutos y después cambiarlos a un bowl con agua helada, con el choque térmico, es muy fácil.
En la mantequilla y el aceite, hay que sofreír la cebolla y el ajo, que antes de echar picamos muy finamente. Cuando estén caramelizados echamos los jitomates pelados, pueden ser enteros si después tienen con qué apachurrarlos o molidos. Da igual. Si tienen vino tinto pueden echarle un chorrito, si no, no.


Le echamos sal, un poco de pimienta y un poco de azúcar. Al chocolate sal y al jitomate azúcar. Siempre. Cuando empieza a hervir hay que echar la zanahoria picada, yo se la eché entera porque al hombre que me renta la mitad de la cama no le gusta la zanahoria en la boloñesa. Pero siempre hay que echarla porque absorbe la acidez de los jitomates. Los champiñones van al final. Tampoco muchos.

Si quieren boloñesa en un sartén aparte hay que freír más cebolla, y cuando esté caramelizada hay que echar la carne, con una espátula hay que moverla y picarla mucho para que no se hagan bolas. A mí la boloñesa me gusta así con la carne molida en la salsa, los italianos hacen albóndigas, pero yo no soy italiana.
Cuando la carne esté lista hay que echar la salsa. Yo dividí la mitad en el sartén de la carne y la otra mitad la deje solo marinara.
Si le falta sal, pues le ponemos, y ahora el tema es que hierva mucho para que se evapore en agua que sobre.

Cuando esté lista hay de dos; o nos olvidamos de nuestro yo futuro y hervimos dos kilos de pasta e invitamos a todo mundo a cenar y somos felices y brindamos. O nos volvemos señoras hormigas y lo guardamos en bolsas de plástico en porciones individuales y un día en un futuro lejano nos sentimos orgullosas de nosotras mismas.


Como quieran.




L. 

martes, 10 de septiembre de 2013

De picnics, tortillas y papas

Hay comidas y sabores que tienen un lugar especial en nuestra memoria, generalmente por algo de nostalgia y por algo de construcción propia.

Para mí uno de esos platos es la tortilla española. La tortilla era el plato estrella del padre, en otra época de mi vida en donde todavía no hacía paellas, o por lo menos yo no las recuerdo; pero sobre todo era el plato de los picnics. De un sábado a mediodía, jeans, tenis y tres tortillas en la barra de la cocina, en los platos blancos de toda la vida. Siempre una tenía chorizo.

La tortilla española sabe a eso, a vernos con los demás en un punto y manejar muchísimas horas (o 45 minutos, depende quién lo midiera) para vernos en otro punto, generalmente a la mitad de la nada. Poner un mantel en el que no nos podíamos sentar, sacar jamones, quesos y demás comida para compartir y esperar que Mata trajera un buen postre. Comer como locos y dejar a los papás tomar vino (sabios desde entonces) mientras nosotros íbamos a ver que encontrábamos. Rios, bichos, animales muertos, cualquier cosa servía.

Y ayer pensé que después de tanto tiempo de haberlo visto nunca había hecho yo una tortilla, ni siquiera se me había ocurrido.

Y ya vi que viví engañada por el padre, claro que tiene un punto. Pero es fácil, barato, y buenísimo. Y todos deberíamos de saber hacer una tortilla medianamente buena, porque es una gran alternativa a muchas cosas.
Ésta es la versión básica. Sin chorizo. Porque así me gusta más a mí.

Al final calculé mal y me sobró de todo, así que hice dos tortillas pequeñas. Que es el único tamaño, no intenten hacer una tortilla enorme, porque  esas no las voltea nadie. *
Ingredientes
  • 3 papas
  • 1 cebolla grande, o 2 pequeñas
  • 12 huevos*
  • Aceite de oliva. Bueno y mucho
  • Sal


Hay que partir las papas y la cebolla, como quieran, a mí me gusta que las papas estén en láminas muy finitas, pero igual las pueden hacer cuadritos o lo que sea.

Y ponerlas a freír en aceite de oliva, suficiente aceite, hasta que las cebollas estén transparentes y las papas cocidas. Si cuando las pruebas saben a almidón, todavía no están cocidas. Después hay que escurrir el aceite que sobró.

En un bol hay que revolver 6 huevos y ahí hay que echar la mitad de las papas y cebollas mezcladas. Aquí hay que salar lo huevos. Y si tienen tiempo dejarlo un rato, el tiempo ayuda.  Ahora en un sartén pequeño* y de preferencia antiadherente poner aceite de oliva y echar la mezcla del huevo con papas y cebollas y prenderlo a fuego medio. Y esperar, y rezar que puedas voltear eso. Y pensar cómo se te ocurrió que esto era una cosa fácil y seguro vas a acabar tirando a la basura una cosa sin nombre y tu casa va a oler a huevo 6 meses.  Después de todo eso volteas a ver el sartén y te das cuenta que no, que no se ha pegado, que se está cociendo bien y que huele delicioso. Si este es el resultado, un pequeño baile de triunfo es permitido.


Después volvemos a llorar de nuevo, porque éste es sólo el principio y ahora hay que voltearla. Cuando esté cocida de los lados, la puedas despegar del sartén, y hayas recodado que eres capaz de hacer todo lo que te propongas, es hora de respirar profundo y voltearla.

Para voltearla se usa un plato. Siempre. Y maña y fuerza. Porque pesa horrores.
Hay que deslizar la tortilla en el plato, para que quede abajo la parte cocida. Y después poner el sartén volteado sobre la parte cruda y voltear todo junto. En un solo movimiento. Las lágrimas se permiten en esta parte.Si tienen otro método mejor, adelante. Pero NUNCA al aire.

Después quitar el plato y darte cuenta que no he tan malo como pensabas, y que muy probablemente puedas no sólo comerte eso, sino compartirlo. Aquí hay que dejarlo unos minutos más, mientras bailamos por nuestro éxito.  O se lo whatsappeamos al padre para que se sienta orgulloso.

Cuando este tiempo acabe la tortilla está lista, generalmente es más linda la parte de abajo, porque lleva menos tiempo en el fuego y se ve menos fea, de modo que para servir se vale repetir el movimiento del volteado. O no.

Si como a mí, les sobraron ingredientes, repítanlo todo.
Esa fue la cena de ayer, y la serví con una ensalada de jitomate cherry con albahaca y shallots. Aliñada con aceite y vinagre.





viernes, 30 de agosto de 2013

De Paellibus II

Ahi les vá...
Paella con Socarrat o Socarrat a secas.

La palabra Socarrat viene del occitano y quiere decir sagrado, los catalanes y valencianos la adaptan a su lengua, los primeros como socarret y los segundos sustituyen la e por a. Denota la intervención divina en los afanes culinarios, -si dios interviene en cosas tan banales como que encontremos estacionamiento en la calle, cuando se lo pedimos de todo corazón-, como no lo ha de hacer el una de las más nobles actividades de sus criaturas.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos (y ayudantes de cocina) "Cuando veáis que se ha formado el socarrat es que yo estuve presente" (Evangelio de san Fernando 3:12).
Pero hay que hacer las cosas bien eh?

Empezamos con un buen fondo, una paella es tan buena como el fondo con el que está hecha...


No olvidar poner el azafrán previamente tostado en un comal y molido en un mortero, agregar sal y dejar hacer "chup- chup"
El Sofrito, el sofrito también es fundamental, hay que tratar a los jitomates como príncipes y quitarles la piel. y el centro verde. Pero OJO antes de tirar la piel a la basura (orgánica) quitarles lo que se le queda pegado de pulpa, que es lo mejor.
Picar cebolla y ajo muy finamente y cubrirlos con aceite de oliva para que no se oxiden...


Se quita la piel, lo verde del centro y parte de las semillas.

El tamaño del pedazo de cebolla debe ser del tamaño de un grano de arroz

Una vez que ha hervido y hervido y hervido y hervido el caldo, podemos empezar a cocinar...
A la paella (y al purgatorio) entran primero las carnes; el chorizo, las morcillas, las costillas de cerdo, etc... Una vez cocidas se apartan pero se deja, por supuesto, la grasa. En esa grasa echamos la cebolla y el ajo y agregamos aún más -si, más- aceite. A hacer dietas a otro blog.

Después, por supuesto el jitomate picado y por último el arroz. Una vez dado el punto (si estás leyendo ésto es que ya sabes cuál es el punto, no me lo preguntes) se extiende, se agregan las carnes y mariscos crudos, se empieza a echar el caldo caliente y se adorna la paella. A partir de aquí está prohibido tocarla, (so pena de ir al infierno del fast-food.) o taparla. Repitan conmigo: La paella NO se tapa


A partir de aquí se necesita regular muy bien el fuego, paciencia e intervención divina, pero como la omnipotencia divina tiene sus limitantes, se requiere un poco de suerte, que al fín dice el dicho que "Toreo sin suerte no es torero".

Y si los planetas se alinearon y además me hicieron caso, lo que van a obtener es algo así...


Un secretito... Usé arroz Calrose para sushi. Creo que es lo mas parecido al arroz Bomba valenciano.

Y si han sido buenos y dios los ha mirado con misericordia....


Así debe quedar la paella al final, nótese que no está quemado ni un punto. Prueba irrefutable de la presencia de dios.


Lo del occitano me lo inventé. No me hagan caso....

martes, 27 de agosto de 2013

Mi pasta favorita.


A veces nos pasa con la cocina que tomamos las cosas desde una perspectiva equivocada, pensamos que cocinar es una de esas cosas que tendremos que hacer eventualmente, como lavar el baño o pagar impuestos. Lo asociamos a un momento de nuestra vida que no queremos que llegue. Y al final está mal, porque cualquiera con un poco de noción se da cuenta que pagar impuestos y cocinar son dos cosas que no se parecen en nada.

Y el error viene desde muy atrás. Sobre todo si se te ocurrió nacer mujer. (Se los advertí). Pero está mal; para empezar y a mi parecer cocinar es la muestra más pura de amor propio, no cocinas para los demás, cocinas para ti. La única cocina honesta es la que se hace para nosotros mismos. Y es entonces cuando se puede y se debe compartir.

No se necesitan grandes ingredientes, ni grandes presupuestos, así como una gran boda nunca ha tenido nada que ver con un gran amor.

Tener un plato favorito (o unos) y cocinarlo para alguien es como enseñarle tus juguetes nuevos de Santa Claus a tu mejor amiga, es algo de lo que te sientes orgulloso y decides compartir. Aunque santa Claus sólo te haya traído calcetines

Entonces estos son mis calcetines, mi juguete nuevo. 

Pocas cosas me gustan más que la pasta. Me como, la que sea, como sea. Desde hecha en casa “from Scratch” hasta el espagueti de fiesta de niño chiquito que resulta más en un engrudo rojo que en cualquier otra cosa.

Pero cuando la hago yo soy mucho más estricta y tengo muchos principios que no rompo. La pasta al dente y punto, puede estar menos cocida, pero nunca más. Se hierve en agua sin nada, y hay que cuidarla. La otra cosa entre más simple mejor. La pasta es ingrediente y no sólo base.
Por esas razones ésta es mi pasta favorita, por lo menos en este momento. Porque también hay que recordar que el amor es eterno mientras dura*. 

El otro día la hice para elhermano y lacuñada. Hacerle a alguien tu comida favorita es una muestra rara de cariño que no debe tomarse a la ligera.

La receta la encontré en Lottie and Doof y es con mucho el mejor descubrimiento en su página.

 Ingredientes:
500 gramos de pasta. (La que sea)
5 jitomates (entre más buenos estén mejor será el resultado. Pero supongo que esto es obvio)
Albahaca, la suficiente.
2 dientes de ajo
Aceite de oliva y mantequilla
Sal de grano.
Aunque es la receta más fácil del mundo, el tiempo es un buen aliado.

Es muy fácil de hacer, hay que partir los jitomates en cuadros grandes y los echarlos a un bowl y espolvoreamos la sal de grano. Esto hace que los jitomates “suden” y ese líquido va a ser después parte de la salsa. A ese mismo bowl le echamos la albahaca cortada en listones grandes.Entre más tiempo tenga este proceso mejor. 

Mientras hay que hervir una olla grande de agua para la pasta.

Por otro lado el ajo hay que picarlo súper fino y freírlo en la mantequilla y aceite de oliva. Antes de que se queme hay que echar el jugo de los jitomates. Con el sartén ya apagado los jitomates y la albahaca, la idea es no cocinarlo

Cuando la pasta esté lista, o mejor un minuto antes de que esté lista para que no se pase, hay que escurrirla y en un platón y mezclarla con la salsa.

Y listo. Se puede poner pimienta pero no necesita nada más.


Las fotos las tome yo con el celular, mala luz y las manos llenas de jitomate, son meramente ilustrativas.

En otro momento de la vida que el tío fotógrafo se anime podremos tener otro colaborador más.

Hasta entonces.


Lu.





*La sabiduría desde luego no es mía, es de García Márquez, y se la debemos. 



jueves, 15 de agosto de 2013

Pater Dixit:

De paellibus.

A mí me destetaron con paella. Como paella naturalmente, naturalmente también, la cocino, la he cocinado y espero seguirla cocinando, aunque mi mujer no es mi mejor fan. Las paellas que he probado se pueden contar con los dedos de una mano, lo demás son arroces con tropiezos.

La paella, vamos aclarando, es el traste donde cocinamos el "arroz a la paella", por lo tanto la paella no se come. Pero como todo el mundo sabe de lo que estoy hablando le seguiremos en lo sucesivo llamando paella, porque hasta el Real Diccionario, de la Academia que limpia, pule y da esplendor, lo permite. Sigamos pues...

Descartes en su obra cumbre (que TODOS deberíamos leer y reflexionar, pero ese es otro tema), "El Discurso del Método" inicia diciendo:

"El buen sentido es lo que mejor repartido está entre todo el mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen."

Parafraseando a Renato, les digo "Todo el mundo sabe hacer paella" o por lo menos es lo que todo el mundo cree, ah, por que además todo mundo decimos hacer la "verdadera, original y auténtica Paella Valenciana" con la receta original de: _______ (aquí cada uno pone: abuelo, tio, padre, compadre, etc.,) que a su vez la aprendió de __________ (aquí se pone: Dios, el presidente de la Generalitat Valenciana, el Chef fulano, Cristóbal Colón, etc.). 

La verdad es que no existe el "santo grial" (Saludos a Dan Brown) de la paella. No hay una receta primigenia, única, exclusiva, verdadera u original. La respuesta es que la paella, como la pizza, es un plato de pobres, -aunque no lo crean- un plato con el que un pescador o un agricultor valenciano trataba de dar de comer dignamente a su familia; una base abundante de arroz, con lo que se pudiera encontrar de pescado, recortes de embutidos, legumbres, caracoles de jardín, etcétera. Un plato donde -no la abundancia de mariscos o de chorizos- o el tamaño de los langostinos antediluvianos, es lo importante, sino que el arte y la armonía de lo logrado eso es lo que verdaderamente vale y se aprecia en una buena paella.

Lo que sí existe es el espíritu de la paella, que sí se hereda y se aprende (o se pasa la vida tratando de entender y aprender). Sería muy pretencioso tratar de definir ese espíritu, pero les puedo dar algunas reglas fundamentales:

  1. La paella no se tapa, hay que distribuir el contenido de manera que ni se tape ni se tenga que mover.
  2. Cualquier paella, en el mejor de los casos, es tan buena como el fondo con el que está hecha.
  3. SIEMPRE lleva azafrán, no sustituto de azafrán.
  4. No hay paella sin socarrat, si el socarrat no se forma, o se quema, la paella es un fracaso, aunque se pueda comer y esté muy buena.
  5. Los mariscos siempre se cuecen con el arroz.
  6. La decoración se pone inmediatamente después del caldo, nunca al final.


Hacer paella no es cualquier cosa....


Continuará...

miércoles, 14 de agosto de 2013

Pimientos rojos rellenos de sardinas.



“Don’t overlook the oily little fishes” Michael Pollan


Para empezar con esto de las recetas y siguiendo las premisas que les conté ayer de cocinar lo que hay, les voy a pasar una cena que hice el otro día, fue fácil, barata y de lo más sana. Y estaba buenísima.
Escogí los pimientos rojos por vanidad y sabor, me parecen de lo más lindos y me gusta su sabor dulce, pero podrían ser sustituidos por cualquier otro tipo, o incluso chiles anchos.
Las sardinas tienen muchas ventajas, la primera es la nutricional, todas las cosas buenas que quieres en la comida las tienen las sardinas; todas las proteínas, todo el omega 3, todas las vitaminas, (sobre todo B y D) y todos esos requisitos postmodernos con los que tenemos que cumplir. Además de ser muy baratas y las de esta receta, por ser enlatadas, están cocinadas, así que más puntos a las sardinas. *

*No soy nutrióloga ni nada similar por eso de ninguna manera me atrevería a dar cantidades o verdades en este tema.

Lo que necesitas:
Porción para dos personas:
·         2 pimientos rojos
·         1 lata de sardinas en jitomate (425g, 300g drenados)
·         1 diente de ajo
·         100 gramos de queso**
·         Aceite de oliva

Lo primero que hay que hacer es lavar los pimientos y ponerlos en el comal, la idea es asarlos por completo, por un lado para que se cocinen y por otro para pelarlos. Esto toma un rato así que hay que hacerlo antes. Pero no hay que descuidarlos del todo porque hay que darles vueltas para que se asen de todos lados. 





Cuanto estén completamente asados los pelamos abajo del chorro de agua fría, debe ser muy sencillo, les quitamos la tapa y los vaciamos.

Para las sardinas; picamos muy bien el diente de ajo, y por el otro lado las sardinas. Como están cocidas no hay que ser muy minuciosos. Echamos  el ajo a un sartén caliente con un poco de aceite de oliva, hay que revolverlo para que no se queme, cuando esté dorado echamos las sardinas picadas y revolvemos bien para sofreírlo. Después ponemos la salsa de tomate que quedó de las sardinas, y por último el queso. (La cantidad de queso depende de cada quien*). Hay que revolverlo bien para que se derrita todo el queso, mientras lo probamos de sal y le echamos un poco de pimienta.

Cuando esta mezcla esté lista simplemente rellenamos los pimientos.


Si tienen la fortuna de tener un pinche de cocina como el mío, también estará muy agradecido con la cena.



L.