Hay comidas y sabores que tienen un lugar especial en
nuestra memoria, generalmente por algo de nostalgia y por algo de construcción
propia.
Para mí uno de esos platos es la tortilla española. La
tortilla era el plato estrella del padre, en otra época de mi vida en donde
todavía no hacía paellas, o por lo menos yo no las recuerdo; pero sobre todo
era el plato de los picnics. De un sábado a mediodía, jeans, tenis y tres tortillas
en la barra de la cocina, en los platos blancos de toda la vida. Siempre una tenía
chorizo.
La tortilla española sabe a eso, a vernos con los demás en
un punto y manejar muchísimas horas (o 45 minutos, depende quién lo midiera)
para vernos en otro punto, generalmente a la mitad de la nada. Poner un mantel
en el que no nos podíamos sentar, sacar jamones, quesos y demás comida para
compartir y esperar que Mata trajera
un buen postre. Comer como locos y dejar a los papás tomar vino (sabios desde
entonces) mientras nosotros íbamos a ver que encontrábamos. Rios, bichos,
animales muertos, cualquier cosa servía.
Y ayer pensé que después de tanto tiempo de haberlo visto
nunca había hecho yo una tortilla, ni siquiera se me había ocurrido.
Y ya vi que viví engañada por el padre, claro que tiene un punto.
Pero es fácil, barato, y buenísimo. Y todos deberíamos de saber hacer una
tortilla medianamente buena, porque es una gran alternativa a muchas cosas.
Ésta es la versión básica. Sin chorizo. Porque así me gusta
más a mí.
Al final calculé mal y me sobró de todo, así que hice dos
tortillas pequeñas. Que es el único tamaño, no intenten hacer una tortilla
enorme, porque esas no las voltea nadie.
*
Ingredientes
- 3 papas
- 1 cebolla grande, o 2 pequeñas
- 12 huevos*
- Aceite de oliva. Bueno y mucho
- Sal
Hay que partir las papas y la cebolla, como quieran, a mí me
gusta que las papas estén en láminas muy finitas, pero igual las pueden hacer
cuadritos o lo que sea.
Y ponerlas a freír en aceite de oliva, suficiente aceite,
hasta que las cebollas estén transparentes y las papas cocidas. Si cuando las
pruebas saben a almidón, todavía no están cocidas. Después hay que escurrir el
aceite que sobró.
En un bol hay que revolver 6 huevos y ahí hay que echar la
mitad de las papas y cebollas mezcladas. Aquí hay que salar lo huevos. Y si
tienen tiempo dejarlo un rato, el tiempo ayuda. Ahora en un sartén pequeño* y de preferencia antiadherente poner aceite de oliva y echar la mezcla del huevo con papas y cebollas y prenderlo a fuego medio. Y esperar, y rezar que puedas voltear eso. Y pensar cómo se te ocurrió que esto era una cosa fácil y seguro vas a acabar tirando a la basura una cosa sin nombre y tu casa va a oler a huevo 6 meses. Después de todo eso volteas a ver el sartén y te das cuenta que no, que no se ha pegado, que se está cociendo bien y que huele delicioso. Si este es el resultado, un pequeño baile de triunfo es permitido.
Después volvemos a llorar de nuevo, porque éste es sólo el
principio y ahora hay que voltearla. Cuando esté cocida de los lados, la puedas
despegar del sartén, y hayas recodado que eres capaz de hacer todo lo que te
propongas, es hora de respirar profundo y voltearla.
Para voltearla se usa un plato. Siempre. Y maña y fuerza.
Porque pesa horrores.
Hay que deslizar la tortilla en el plato, para que quede
abajo la parte cocida. Y después poner el sartén volteado sobre la parte cruda
y voltear todo junto. En un solo movimiento. Las lágrimas se permiten en esta
parte.Si tienen otro método mejor, adelante. Pero NUNCA al aire.
Después quitar el plato y darte cuenta que no he tan malo
como pensabas, y que muy probablemente puedas no sólo comerte eso, sino
compartirlo. Aquí hay que dejarlo unos minutos más, mientras bailamos por nuestro éxito. O se lo whatsappeamos al padre para que se sienta orgulloso.
Cuando este tiempo acabe la tortilla está lista,
generalmente es más linda la parte de abajo, porque lleva menos tiempo en el
fuego y se ve menos fea, de modo que para servir se vale repetir el movimiento
del volteado. O no.
Si como a mí, les sobraron ingredientes, repítanlo todo.
Esa fue la cena de ayer, y la serví con una ensalada de
jitomate cherry con albahaca y shallots. Aliñada con aceite y vinagre.
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